Ha llegado el momento de hacer una valoración sobre el 15 M, movimiento surgido de la decisión espontánea de unos manifestantes de sentarse y acampar que se ha seguido desde el mundo entero. ¿Ahora, qué toca?
El 15 M empieza a hacer propuestas concretas, movilizaciones y acciones más allá de las caceroladas, más allá de las asambleas y subcomisiones, más allá de las protestas contra los banqueros, contra la policía y contra los políticos que quieren ahogar el movimiento.
No es una agrupación de ciudadanos con un objetivo definido, no surgió el movimiento por un hecho concreto y protestable, así que, la mayor labor pendiente del movimiento 15 M, es decidir ¿Qué queremos los ciudadanos? ¿Qué exigimos a la clase políticas? ¿Qué mínimos debe garantizarnos la sociedad?
De momento se ha organizado para el día 10 de Junio una retirada masiva de capital de los bancos. Uno de los mayores problemas de este país es la especulación inmobiliaria permitida por los bancos. Para mostrar nuestro poder, para que entiendan que su trabajo y su dinero dependen de nosotros, para que se den cuenta de nuestra capacidad de acción, de unión y el poder REAL que ostentamos y hace mucho que no ejercemos, vamos a retirar nuestro dinero de los bancos. Vamos a hacer que la economía se tambalee con nuestra decisión. Vamos a hacerles ver que, si queremos, les dejamos sin nada. Les convertimos en nadie.
Otra de las propuestas que más se están debatiendo es la de anualizar las acampadas. De momento, hay otra fecha señalada, por confirmar, que supondría el primer recordatorio del movimiento y la muestra de que la lucha sigue. Que no por abandonar la plaza abandonamos la reivindicación.
Algunas de las cuestiones que se exigen a la nueva democracia son: una sanidad y educación públicas y de acceso para todos, una vivienda DIGNA para todo el mundo y unos sueldos mínimos y máximos estipulados por la ley. Ya se verá el cómo y el cuándo, pero lo importante es que hay que reclamar y exigir lo que es nuestro. Hay que crear una democracia del pueblo en la que NOSOTROS decidamos qué queremos, no donde debamos aceptar unas propuestas hechas por unos políticos que viven a años luz de nuestra realidad, nuestras hipotecas y nuestros cafés a 1.20 euros, no 80 céntimos.
Una de las cuestiones que se está debatiendo, además, es la de quedarse o no en las principales plazas y se está decidiendo el futuro del movimiento. ¿Deben quedarse en la plaza o moverse a los barrios? Está claro que las plazas no pueden seguir ocupadas indefinidamente. En primer lugar porque ese no es el objetivo del movimiento y ya se ha hecho latente la disconformidad con el sistema. En segundo lugar porque los políticos, avalados por la policía, no nos lo permitirían y nos desalojarían en poco tiempo. Y con razón. Debemos tener un motivo para ocupar las plazas y estar reivindicando algo, porque ocupar por ocupar nos haría entrar dentro de los círculos de los quejicas sin propuestas y haría que el movimiento perdiera toda la fuerza que le hemos estado otorgando juntos, como pueblo unido.
Por otro lado, el desalojo de las plazas centrales y consiguiente movilización a los barrios acarrearía pérdida de fuerza de las asambleas: ya no habría tantas voces y podríamos caer en una “dictadura de los militantes”. Este movimiento es del pueblo: de todos los ciudadanos y, una de las cosas en las que más hincapié se está haciendo es, precisamente, en mantener la horizontalidad del movimiento. No podemos dejar que los más “ilustrados” (la gente que ya milita en otras cuestiones, movimientos o asambleas, que tienen una formación en este sentido) dirijan los pasos de todo el pueblo porque, aunque uno no domine la terminología o no tenga experiencia en este tipo de movimientos, no quiere decir que no tenga nada que aportar.
Es precioso y maravilloso ver a tanta gente distinta y unida, tan unida, de forma pacífica, protestando por un bien común, por un mundo mejor. Luchando unido, no sabemos bien porqué, pero luchando igual, porque unidos sabemos que podemos vencer. Sabemos que podemos lograr lo que sea. Ahora, tenemos que decidir qué queremos, qué pedimos y cómo lo vamos a conseguir. Me parece precioso como el viernes del desalojo en Barcelona en facebook, twitter por SMS o como fuera nos fuimos avisando: de un ciudadano a otro, para bajar a Plz. Cataluña e ir a ayudar en el desalojo. Nos protegimos los unos a los otros. ¿Lo más paradójico? Que se supone que las fuerzas del orden que nos protegen fueron los que atacaron y una milicia armada con brazos alzados, flores y gritos de “Resisténcia Pacífica” vencieron una batalla imposible de vencer si por la fuerza nos regimos.
Y es que, de momento, el 15 M ha ganado TODAS las batallas: cuando los tribunales declararon ilegalizar la acampada decidimos no movernos. Cuando intentaron desalojar Plaza Cataluña por la fuerza, decidimos quedarnos y luchamos sin pelearnos por lo que hemos conquistado. Cuando los fans del Barca quisieron mezclarse con el movimiento creamos barreras humanas para impedírselo y, por primera vez en mucho tiempo, futbol y política se separaron. Demostramos que, juntos, somos invencibles. Ahora nos queda decidir, ¿Por qué luchamos?




